domingo, 9 de agosto de 2009

La palabra, ¿crea objetos?



Siento frío algunas noches. No estás aquí, eso lo sé. Ya me acostumbré a tu ausencia, a tu no-presencia. Dos cosas distintas, claro está. Alguna vez estuviste ausente en mi vida. Lo comprendía, era necesario estar lejos, era lógico que debíamos estarlo. Ahora siento que esa ausencia se convirtió en una no-presencia inevitable. Creaste con tus palabras un universo totalmente distinto al pequeño mundo en el que yo vivía. Como dice Yadira Calvo, "la palabra crea objetos". Pero, ¿en realidad lo hace? Cerremos los ojos y traigamos a nuestra mente un recuerdo sin igual. Sí, ya sé qué quiero recordar: ¡nuestro primer beso!

Fue simple, ¿no? Yo super nervioso, vos en un estado de total tranquilidad. Yo nuevo en materia de besos, vos con experiencia en esto. Te lo había negado antes, así como negué nuestra primer salida hasta que fue imposible posponerla más, pues amenazabas con enojarte y era lo último que quería. Llovía, tenía un león en mi mano, recuerdo de la falta que me hiciste en tu viaje por Europa. Lo abracé. Fue el regalo más lindo que me han dado hasta el día de hoy. Me acerqué. Maldita taquicardia. Me incliné. Vos en la silla, yo de pie. Levanté tu barbilla, nunca noté lo chiquitita que era hasta ese momento. Me incliné, te besé "en la mejilla, cerca de la boca" como rezaba tu último mensaje de cada día. Vos sonreíste. ¡Estabas feliz! Yo por el contrario, seguía muriendo lentamente de nervios. Me tomaste, fue casi agresivo, me sentaste en tu cama. Me besaste, te inclinaste sobre mí, me acostaste, ¡estabas sobre mí! Perdí el conocimiento durante 5 segundos hasta que reaccioné. Te tenía ahí. Me besabas, sentía tus labios, suaves, sutiles, débiles. Mojaban mis labios y hasta cierto punto, mis mejillas (las cuales habían perdido ya su blanco natural). Dejé de oír los ruidos de tu madre y tu hermana y empecé a oír la naturaleza (o al menos eso imaginé). Tu pequeño labio superior se separaba y yo lo volvía a atraer. No quería terminarlo. ¿Cuánto duró? Menos de un minuto seguramente. Fue un siglo para mí. Los mejores 100 años de mis 21 años de vida. Te separaste. Peinaste mi cabello rebelde, colocho, despeinado como siempre. Te esforzabas en hacerlo y se notaba que te divertias. Era todo un reto peinarlo, ¿cierto? Nunca lo lograste. Te rendías, me veías a los ojos. Tu mirada recorría mi cara completa. Veías mis cejas, te enfocabas en mi nariz un rato, bajabas a la boca. Solías hacerlo después de besarme, se convirtió en toda una tradición. Me gustaba que lo hicieras, me sentía contemplado y no quería que nadie más que vos me contemplaras. Tu labio esbozaba algo parecido a una sonrisa, pero solo en su lado izquierdo. Me levantaste, me diste un abrazo. Sentí un calor inmenso, un calor distinto, como nunca lo había sentido. Sentí que me amabas, ¡sí! Era nuestro primer beso pero lo sentí, sabía que íbamos por buen camino. Te tuve entre mis brazos. Me sentí como un niño. Taquicardia de nuevo. Separados de nuevo. Tus ojos contra los míos, tus manos sobre las mías. Volví a oír el grito de tu hermana llamando a su mami, a tu mami. Me sentí a salvo. Mi mundo se convirtió en un universo, donde vos eras el centro. Disfruté muchísimo ese momento y ¿te cuento algo? Nunca más he sentido algo como eso, nunca más tuve un primer beso, nunca más tuve una sensación como esa, nunca más tuve taquicardia como esa, nunca más escuché la naturaleza y como caía cada gota sobre una casa, nunca más escuché una respiración como la tuya, nunca más sentí un movimiento como el de tus labios, nunca más sentí algo semejante, similar, parecido, a excepción de cada vez que, de ahí en adelante, me besaste... ¡nunca más amé!

La palabra, ¿crea objetos? ¡Queda demostrado!, pues creo que todos imaginaron con mis palabras cada momento que pasé. Si bien es cierto no se refiere a la misma temática de Yadira Calvo, vemos que, con simples palabras, podemos crear no sólo objetos, sino también un imaginario completo en donde todo depende, más que de la palabra, de la capacidad propia de crear. Wow, crear. Suena fuerte, ¡pero me gusta!