jueves, 24 de septiembre de 2009
Pues sí...
Pues sí: no te conozco aún y te amo, no te conozco aún y te necesito, no hemos salido nunca y quiero salir de nuevo contigo, no te he tenido y te extraño, no te he besado y muero por tus labios, no te he sentido y muero por sentirte, porque me sintás, por tenerte conmigo... No te he soñado aún, pero ya te siento a mi lado cada día al amanecer... No sólo en mis sueños...
martes, 15 de septiembre de 2009
Fairy dust
Soy extraño, lo sé. Hace poco te lo dije. Mis ideas son distintas, vivo en un mundo donde puedo verme como anormal. Todo mi ser es distinto, todos mis pensamientos giran en ejes de los que no conozco sus coordenadas.
Me lo dijiste hace poco: "No sos extraño, sos distinto. Sos más profundo", ¡leyendo mi blog te diste cuenta de esto jeje! Soy más profundo... ¡me gusta! Me gusta que me leás, me gusta que te des cuenta de lo que pienso.
A veces sueño con vos... Amanezco y digo "que pasaría si...".... Me quedé con ganas de saberlo. Si ese día lo hubiera intentado, ¿habrías accedido? Si me hubiera acercado a tu boca, ¿me habrías besado? Si mi codo no hubiera temblado tanto en ese momento no te hubieras acercado a mí, no me habrías dicho cómo acomodarme, no hubieras caído sobre mí ni hubiéramos quedado tan cerca, no hubiera visto el color de tus ojos, esos ojos tan profundos que inspiraban en mí lo más hermoso que se puede inspirar, no hubiera visto la alegría de tu ser, no hubiera visto la emoción que me rodeaba en ese momento y tal vez, mi corazón no se hubiera acelerado tanto. No hubiera olvidado a quien estaba del otro lado de la calle, como pasó en esos minutos. ¡Quá va! Como pasó ¡durante todo ese día con vos!
Mi mundo estaba lleno de problemas, vos habías sido la solución a ellos. Me habías sacado de mi abismo, el cual ya tenía nombre propio, y me habías llevado a hacerte compañía en tu abismo.
Por dicha no caí, el golpe hubiera sido fuerte. Me dejé llevar por vos, sentía que aquel primer beso ya no era tan importante, sentí que quería un nuevo primer beso, sentí que mi mundo, ahora, eras vos y que quería estar con vos, lejos de todo, en una isla desconocida. Después de todo, contigo estaría totalmente seguro, de eso no había duda.
Y después todo cambió. Mi mundo volvió a su diario vivir, el tuyo conoció nuevas tierras y te enfatizaste en tu crecimiento académico, al menos eso me dijiste.
Pero nunca te alejaste del todo de mí, siempre estuviste de algún modo cerca: un saludo a veces, un regaño otros días, un "estoy estudiando" de vez en cuando... eras otra persona, no eras la misma de antes, pero nunca dejé de extrañarte ni mucho menos de sentirte.
¿Dónde quedaba entonces aquella persona que me ayudaba, aquella persona que me incitaba a ser distinto, aquella que me invitaba a liberarme de la cadena que me ataba? ¿Dónde estaba aquella persona que me decía implícitamente "¡ven conmigo!", que me provocó alguna vez dejar lo que tenía (lo cual no parecía bueno ya en esos momentos) y buscar una nueva alternativa.
Eras mi nuevo mundo, eras mis Indias, eras mi ilusión.
Dos años ya... No hay más gomitas, no hay cerecitas ni hay más baile, no hay más emoción. Comparto con vos sentimientos extraños. Te asombras de mi capacidad para recordar fechas y momentos en los que nos hemos visto. "Es una habilidad", me decís. Pero no lo siento así, no es una habilidad recordar a quien querés.
Y al final, paso una noche entera con vos, una noche pensándote, una noche riendo, una noche en la que me ves y yo no te veo, como una noche de ensueño. Reímos, nos burlamos de todo un poco, ¡hasta de nosotros mismos! Despertaste en mí ese sentimiento que parecía haberse dormido ya, haberse perdido en mi ser. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí!, amor era... creo.
Y volviste a traer a mi mente las misma interrogantes que hace ya un par de años me agobiaban: ¿Vos y yo? ¿Se podrá? ¿Será que...?... Y la principal, la que me agobiaba hasta hace poco: ¿será que volveré a sentir amor?, ¿será que volveré a ser feliz?
Me da miedo caer en manos erróneas como alguna vez pasó... ¿pero sabés qué? Me gustaría caer en esas manos de nuevo... para que vos me rescatés como lo hiciste, hace ya un par de años, ¡con polvo de hadas! Soy extraño, lo sé.
Me lo dijiste hace poco: "No sos extraño, sos distinto. Sos más profundo", ¡leyendo mi blog te diste cuenta de esto jeje! Soy más profundo... ¡me gusta! Me gusta que me leás, me gusta que te des cuenta de lo que pienso.
A veces sueño con vos... Amanezco y digo "que pasaría si...".... Me quedé con ganas de saberlo. Si ese día lo hubiera intentado, ¿habrías accedido? Si me hubiera acercado a tu boca, ¿me habrías besado? Si mi codo no hubiera temblado tanto en ese momento no te hubieras acercado a mí, no me habrías dicho cómo acomodarme, no hubieras caído sobre mí ni hubiéramos quedado tan cerca, no hubiera visto el color de tus ojos, esos ojos tan profundos que inspiraban en mí lo más hermoso que se puede inspirar, no hubiera visto la alegría de tu ser, no hubiera visto la emoción que me rodeaba en ese momento y tal vez, mi corazón no se hubiera acelerado tanto. No hubiera olvidado a quien estaba del otro lado de la calle, como pasó en esos minutos. ¡Quá va! Como pasó ¡durante todo ese día con vos!
Mi mundo estaba lleno de problemas, vos habías sido la solución a ellos. Me habías sacado de mi abismo, el cual ya tenía nombre propio, y me habías llevado a hacerte compañía en tu abismo.
Por dicha no caí, el golpe hubiera sido fuerte. Me dejé llevar por vos, sentía que aquel primer beso ya no era tan importante, sentí que quería un nuevo primer beso, sentí que mi mundo, ahora, eras vos y que quería estar con vos, lejos de todo, en una isla desconocida. Después de todo, contigo estaría totalmente seguro, de eso no había duda.
Y después todo cambió. Mi mundo volvió a su diario vivir, el tuyo conoció nuevas tierras y te enfatizaste en tu crecimiento académico, al menos eso me dijiste.
Pero nunca te alejaste del todo de mí, siempre estuviste de algún modo cerca: un saludo a veces, un regaño otros días, un "estoy estudiando" de vez en cuando... eras otra persona, no eras la misma de antes, pero nunca dejé de extrañarte ni mucho menos de sentirte.
¿Dónde quedaba entonces aquella persona que me ayudaba, aquella persona que me incitaba a ser distinto, aquella que me invitaba a liberarme de la cadena que me ataba? ¿Dónde estaba aquella persona que me decía implícitamente "¡ven conmigo!", que me provocó alguna vez dejar lo que tenía (lo cual no parecía bueno ya en esos momentos) y buscar una nueva alternativa.
Eras mi nuevo mundo, eras mis Indias, eras mi ilusión.
Dos años ya... No hay más gomitas, no hay cerecitas ni hay más baile, no hay más emoción. Comparto con vos sentimientos extraños. Te asombras de mi capacidad para recordar fechas y momentos en los que nos hemos visto. "Es una habilidad", me decís. Pero no lo siento así, no es una habilidad recordar a quien querés.
Y al final, paso una noche entera con vos, una noche pensándote, una noche riendo, una noche en la que me ves y yo no te veo, como una noche de ensueño. Reímos, nos burlamos de todo un poco, ¡hasta de nosotros mismos! Despertaste en mí ese sentimiento que parecía haberse dormido ya, haberse perdido en mi ser. ¿Cómo se llamaba? ¡Ah sí!, amor era... creo.
Y volviste a traer a mi mente las misma interrogantes que hace ya un par de años me agobiaban: ¿Vos y yo? ¿Se podrá? ¿Será que...?... Y la principal, la que me agobiaba hasta hace poco: ¿será que volveré a sentir amor?, ¿será que volveré a ser feliz?
Me da miedo caer en manos erróneas como alguna vez pasó... ¿pero sabés qué? Me gustaría caer en esas manos de nuevo... para que vos me rescatés como lo hiciste, hace ya un par de años, ¡con polvo de hadas! Soy extraño, lo sé.
domingo, 9 de agosto de 2009
La palabra, ¿crea objetos?
Siento frío algunas noches. No estás aquí, eso lo sé. Ya me acostumbré a tu ausencia, a tu no-presencia. Dos cosas distintas, claro está. Alguna vez estuviste ausente en mi vida. Lo comprendía, era necesario estar lejos, era lógico que debíamos estarlo. Ahora siento que esa ausencia se convirtió en una no-presencia inevitable. Creaste con tus palabras un universo totalmente distinto al pequeño mundo en el que yo vivía. Como dice Yadira Calvo, "la palabra crea objetos". Pero, ¿en realidad lo hace? Cerremos los ojos y traigamos a nuestra mente un recuerdo sin igual. Sí, ya sé qué quiero recordar: ¡nuestro primer beso!
Fue simple, ¿no? Yo super nervioso, vos en un estado de total tranquilidad. Yo nuevo en materia de besos, vos con experiencia en esto. Te lo había negado antes, así como negué nuestra primer salida hasta que fue imposible posponerla más, pues amenazabas con enojarte y era lo último que quería. Llovía, tenía un león en mi mano, recuerdo de la falta que me hiciste en tu viaje por Europa. Lo abracé. Fue el regalo más lindo que me han dado hasta el día de hoy. Me acerqué. Maldita taquicardia. Me incliné. Vos en la silla, yo de pie. Levanté tu barbilla, nunca noté lo chiquitita que era hasta ese momento. Me incliné, te besé "en la mejilla, cerca de la boca" como rezaba tu último mensaje de cada día. Vos sonreíste. ¡Estabas feliz! Yo por el contrario, seguía muriendo lentamente de nervios. Me tomaste, fue casi agresivo, me sentaste en tu cama. Me besaste, te inclinaste sobre mí, me acostaste, ¡estabas sobre mí! Perdí el conocimiento durante 5 segundos hasta que reaccioné. Te tenía ahí. Me besabas, sentía tus labios, suaves, sutiles, débiles. Mojaban mis labios y hasta cierto punto, mis mejillas (las cuales habían perdido ya su blanco natural). Dejé de oír los ruidos de tu madre y tu hermana y empecé a oír la naturaleza (o al menos eso imaginé). Tu pequeño labio superior se separaba y yo lo volvía a atraer. No quería terminarlo. ¿Cuánto duró? Menos de un minuto seguramente. Fue un siglo para mí. Los mejores 100 años de mis 21 años de vida. Te separaste. Peinaste mi cabello rebelde, colocho, despeinado como siempre. Te esforzabas en hacerlo y se notaba que te divertias. Era todo un reto peinarlo, ¿cierto? Nunca lo lograste. Te rendías, me veías a los ojos. Tu mirada recorría mi cara completa. Veías mis cejas, te enfocabas en mi nariz un rato, bajabas a la boca. Solías hacerlo después de besarme, se convirtió en toda una tradición. Me gustaba que lo hicieras, me sentía contemplado y no quería que nadie más que vos me contemplaras. Tu labio esbozaba algo parecido a una sonrisa, pero solo en su lado izquierdo. Me levantaste, me diste un abrazo. Sentí un calor inmenso, un calor distinto, como nunca lo había sentido. Sentí que me amabas, ¡sí! Era nuestro primer beso pero lo sentí, sabía que íbamos por buen camino. Te tuve entre mis brazos. Me sentí como un niño. Taquicardia de nuevo. Separados de nuevo. Tus ojos contra los míos, tus manos sobre las mías. Volví a oír el grito de tu hermana llamando a su mami, a tu mami. Me sentí a salvo. Mi mundo se convirtió en un universo, donde vos eras el centro. Disfruté muchísimo ese momento y ¿te cuento algo? Nunca más he sentido algo como eso, nunca más tuve un primer beso, nunca más tuve una sensación como esa, nunca más tuve taquicardia como esa, nunca más escuché la naturaleza y como caía cada gota sobre una casa, nunca más escuché una respiración como la tuya, nunca más sentí un movimiento como el de tus labios, nunca más sentí algo semejante, similar, parecido, a excepción de cada vez que, de ahí en adelante, me besaste... ¡nunca más amé!
La palabra, ¿crea objetos? ¡Queda demostrado!, pues creo que todos imaginaron con mis palabras cada momento que pasé. Si bien es cierto no se refiere a la misma temática de Yadira Calvo, vemos que, con simples palabras, podemos crear no sólo objetos, sino también un imaginario completo en donde todo depende, más que de la palabra, de la capacidad propia de crear. Wow, crear. Suena fuerte, ¡pero me gusta!
Fue simple, ¿no? Yo super nervioso, vos en un estado de total tranquilidad. Yo nuevo en materia de besos, vos con experiencia en esto. Te lo había negado antes, así como negué nuestra primer salida hasta que fue imposible posponerla más, pues amenazabas con enojarte y era lo último que quería. Llovía, tenía un león en mi mano, recuerdo de la falta que me hiciste en tu viaje por Europa. Lo abracé. Fue el regalo más lindo que me han dado hasta el día de hoy. Me acerqué. Maldita taquicardia. Me incliné. Vos en la silla, yo de pie. Levanté tu barbilla, nunca noté lo chiquitita que era hasta ese momento. Me incliné, te besé "en la mejilla, cerca de la boca" como rezaba tu último mensaje de cada día. Vos sonreíste. ¡Estabas feliz! Yo por el contrario, seguía muriendo lentamente de nervios. Me tomaste, fue casi agresivo, me sentaste en tu cama. Me besaste, te inclinaste sobre mí, me acostaste, ¡estabas sobre mí! Perdí el conocimiento durante 5 segundos hasta que reaccioné. Te tenía ahí. Me besabas, sentía tus labios, suaves, sutiles, débiles. Mojaban mis labios y hasta cierto punto, mis mejillas (las cuales habían perdido ya su blanco natural). Dejé de oír los ruidos de tu madre y tu hermana y empecé a oír la naturaleza (o al menos eso imaginé). Tu pequeño labio superior se separaba y yo lo volvía a atraer. No quería terminarlo. ¿Cuánto duró? Menos de un minuto seguramente. Fue un siglo para mí. Los mejores 100 años de mis 21 años de vida. Te separaste. Peinaste mi cabello rebelde, colocho, despeinado como siempre. Te esforzabas en hacerlo y se notaba que te divertias. Era todo un reto peinarlo, ¿cierto? Nunca lo lograste. Te rendías, me veías a los ojos. Tu mirada recorría mi cara completa. Veías mis cejas, te enfocabas en mi nariz un rato, bajabas a la boca. Solías hacerlo después de besarme, se convirtió en toda una tradición. Me gustaba que lo hicieras, me sentía contemplado y no quería que nadie más que vos me contemplaras. Tu labio esbozaba algo parecido a una sonrisa, pero solo en su lado izquierdo. Me levantaste, me diste un abrazo. Sentí un calor inmenso, un calor distinto, como nunca lo había sentido. Sentí que me amabas, ¡sí! Era nuestro primer beso pero lo sentí, sabía que íbamos por buen camino. Te tuve entre mis brazos. Me sentí como un niño. Taquicardia de nuevo. Separados de nuevo. Tus ojos contra los míos, tus manos sobre las mías. Volví a oír el grito de tu hermana llamando a su mami, a tu mami. Me sentí a salvo. Mi mundo se convirtió en un universo, donde vos eras el centro. Disfruté muchísimo ese momento y ¿te cuento algo? Nunca más he sentido algo como eso, nunca más tuve un primer beso, nunca más tuve una sensación como esa, nunca más tuve taquicardia como esa, nunca más escuché la naturaleza y como caía cada gota sobre una casa, nunca más escuché una respiración como la tuya, nunca más sentí un movimiento como el de tus labios, nunca más sentí algo semejante, similar, parecido, a excepción de cada vez que, de ahí en adelante, me besaste... ¡nunca más amé!
La palabra, ¿crea objetos? ¡Queda demostrado!, pues creo que todos imaginaron con mis palabras cada momento que pasé. Si bien es cierto no se refiere a la misma temática de Yadira Calvo, vemos que, con simples palabras, podemos crear no sólo objetos, sino también un imaginario completo en donde todo depende, más que de la palabra, de la capacidad propia de crear. Wow, crear. Suena fuerte, ¡pero me gusta!
domingo, 28 de junio de 2009
Uno, dos, tres... ¡puta! ¿Cuántos pisos faltan?
Subís varios pisos para llegar a un determinado lugar. Muchos escalones, ¿cierto? En mi caso, a veces subo 6 pisos para poder llegar a mis clases jejeje! Eso si el ascensor no está lleno... pero en fin, vale la pena seguir subiendo, ¿o no? Porque con cada paso que das, te sentís más cerca del objetivo, sea cual sea.
Subiendo ya un par de pisos más, llegamos a la Universidad. Auch... Y es que la-palabra-con-U nos intimidó a muchos durante, al menos, un par de años.
Primero, el eterno dilema: ¿qué pasa si no entro a la UCR? Jaja! Que es el caso de la mayoría. Al final, si alguien no entra porque no obtuvo el corte necesario, va a otra universidad y dice que, de por sí, nunca quiso ir a la UCR porque le da pereza meterse años de años ahí.
Otros pues, decidimos ir a una Universidad privada por distintos motivos. Sin embargo, en mi caso, un año después "aproveché" mi corte obtenido y me metí a la UCR... Ok he divagado mucho jeje!
Volviendo al tema: La U. Cuando estamos en el cole, todo gira en torno a esa mini sociedad que comenté antes; esa mini sociedad en donde sos simplemente un individuo al que el ambiente y el entorno quieren domesticar. -¿Qué es domesticar? -dijo alguna vez el Principito-, pues en este caso es simplemente amoldarse a lo que la sociedad me exigió en determinado momento.
Ahora, cambiás de entorno y es un cambio fuerte. Llegás a la U, te topás miles de personalidades distintas (sin importar estatal o privada, los estereotipos son los mismos) y te topás miles de formas a las que podés adaptarte. Entonces tu instinto de supervivencia cambia a un estilo de camuflaje, no para disimularte entre los demás, sino como forma de adaptación propia, individualizada, a las circunstancias del entorno.
Mostrás entonces esa parte de vos escondida y sale a relucir el "me-myself-I" que todos tenemos dentro. La parte egoísta destaca entre lo demás, pues tenés que salir avante, no podés venirte a menos, "ya no estás en el cole" se oye a menudo en los pasillos o en las zonas comunes y los profes nos lo repiten una y otra vez, al mejor estilo evolucionado de la frase trillada del cole: "ya no estás en la escuela" (que a su vez deriva de "ya no estás en el kinder" jaja).
Es aquí donde lográs apreciar el valor del cole: esos 5 o más años que sufriste, que madrugaste, que viviste clavado en el colegio, te ayudaron en algo, te dieron las armas para enfrentar lo que venía en realidad: un abanico de actitudes y personalidades de las cuales podés escoger pero que, a su vez, tenés ya premeditado para saber cuál es el rumbo por el que vas a irte. Sigue entonces el proceso de aceptación que viviste en el cole pero de una manera más relax, pues podés decidir a quien te unís y encontrar ya sea un grupo compatible, o bien, un grupo opuesto con el que te sintás bien, pues es total y psicológicamente aplicable la clásica ley de la atracción de los polos opuestos.
Caés entonces a un punto paralelo a aquel desde donde empezaste hace ya varios años atrás: sos un recién nacido en un mundo donde traés tus ideas, pero hace falta que alguien te ayude a encaminarlas; ya no bajo la crueldad de los niños, ya no bajo la repugnancia del adolescente, sino más bien junto a un grupo de "neonatos" que, como vos, quieren desarrollar una perspectiva nueva. Y se termina de formar tu criterio, entrás en ese último lapso, tomás tus visiones globales, políticas, sociales, ambientales, de sexualidad, de gustos, en fin, te definís.
¿Alguien te dice algo por lo que sos? ¡No! Sos lo que sos... y eso se aprende con el tiempo. ¿Lo podés cambiar? ¡Para qué! Dios te hizo así, respetá lo que Él hizo y hacé que otros te respeten.
Queda superada entonces la etapa de moldeo, se vive la etapa final y se da el acabado al producto: la personalidad.
Nos formamos, sí... Y al final, después de subir 6 pisos, llegás a tu meta. Sólo para encontrar que el esfuerzo realizado nos cansó. Pero siempre tendrás un chance para sentarte y tomar impulso... ¡para bajar y subir de nuevo! ;)
Subiendo ya un par de pisos más, llegamos a la Universidad. Auch... Y es que la-palabra-con-U nos intimidó a muchos durante, al menos, un par de años.
Primero, el eterno dilema: ¿qué pasa si no entro a la UCR? Jaja! Que es el caso de la mayoría. Al final, si alguien no entra porque no obtuvo el corte necesario, va a otra universidad y dice que, de por sí, nunca quiso ir a la UCR porque le da pereza meterse años de años ahí.
Otros pues, decidimos ir a una Universidad privada por distintos motivos. Sin embargo, en mi caso, un año después "aproveché" mi corte obtenido y me metí a la UCR... Ok he divagado mucho jeje!
Volviendo al tema: La U. Cuando estamos en el cole, todo gira en torno a esa mini sociedad que comenté antes; esa mini sociedad en donde sos simplemente un individuo al que el ambiente y el entorno quieren domesticar. -¿Qué es domesticar? -dijo alguna vez el Principito-, pues en este caso es simplemente amoldarse a lo que la sociedad me exigió en determinado momento.
Ahora, cambiás de entorno y es un cambio fuerte. Llegás a la U, te topás miles de personalidades distintas (sin importar estatal o privada, los estereotipos son los mismos) y te topás miles de formas a las que podés adaptarte. Entonces tu instinto de supervivencia cambia a un estilo de camuflaje, no para disimularte entre los demás, sino como forma de adaptación propia, individualizada, a las circunstancias del entorno.
Mostrás entonces esa parte de vos escondida y sale a relucir el "me-myself-I" que todos tenemos dentro. La parte egoísta destaca entre lo demás, pues tenés que salir avante, no podés venirte a menos, "ya no estás en el cole" se oye a menudo en los pasillos o en las zonas comunes y los profes nos lo repiten una y otra vez, al mejor estilo evolucionado de la frase trillada del cole: "ya no estás en la escuela" (que a su vez deriva de "ya no estás en el kinder" jaja).
Es aquí donde lográs apreciar el valor del cole: esos 5 o más años que sufriste, que madrugaste, que viviste clavado en el colegio, te ayudaron en algo, te dieron las armas para enfrentar lo que venía en realidad: un abanico de actitudes y personalidades de las cuales podés escoger pero que, a su vez, tenés ya premeditado para saber cuál es el rumbo por el que vas a irte. Sigue entonces el proceso de aceptación que viviste en el cole pero de una manera más relax, pues podés decidir a quien te unís y encontrar ya sea un grupo compatible, o bien, un grupo opuesto con el que te sintás bien, pues es total y psicológicamente aplicable la clásica ley de la atracción de los polos opuestos.
Caés entonces a un punto paralelo a aquel desde donde empezaste hace ya varios años atrás: sos un recién nacido en un mundo donde traés tus ideas, pero hace falta que alguien te ayude a encaminarlas; ya no bajo la crueldad de los niños, ya no bajo la repugnancia del adolescente, sino más bien junto a un grupo de "neonatos" que, como vos, quieren desarrollar una perspectiva nueva. Y se termina de formar tu criterio, entrás en ese último lapso, tomás tus visiones globales, políticas, sociales, ambientales, de sexualidad, de gustos, en fin, te definís.
¿Alguien te dice algo por lo que sos? ¡No! Sos lo que sos... y eso se aprende con el tiempo. ¿Lo podés cambiar? ¡Para qué! Dios te hizo así, respetá lo que Él hizo y hacé que otros te respeten.
Queda superada entonces la etapa de moldeo, se vive la etapa final y se da el acabado al producto: la personalidad.
Nos formamos, sí... Y al final, después de subir 6 pisos, llegás a tu meta. Sólo para encontrar que el esfuerzo realizado nos cansó. Pero siempre tendrás un chance para sentarte y tomar impulso... ¡para bajar y subir de nuevo! ;)
domingo, 21 de junio de 2009
El colegio en los tiempos del cólera
¡El colegio! ¿Lo definimos? Muy subjetivo. Cada quien tiene su propio concepto. Cada quien pasó sus momentos en él. Muchos lo disfrutaron (o soportaron) durante 5 años. Algunos pegaron sus extras. Pero el colegio termina siendo un concepto tan subjetivo que es difícil de definir.
Un colegio no es solamente la casa de enseñanza, es un lugar al mejor estilo de encierro de reality show (más ahora que, por seguridad, algunos colegios tienen su propio sistema de vigilancia por cámara), donde tenemos dos opciones: aprendemos o aprendemos.
Y no hablo de aprender mate, sociales, cívica o algún idioma extranjero, hablo de crecer y aprender en un estilo de psico-sistema donde el ambiente te envuelve y te obliga, como en la sabana africana, a sobrevivir solo y a como dé lugar, con tus propios medios.
Criterios distintos, personalidades distintas... ¿Cuántas veces no cambiamos alguna conducta por "caer bien" a un compañero, por "llegarle a una guila", por adaptarnos al grupo... Uff, sos el nuevo del cole y no sabés con qué te vas a topar. ¿Y si te odian? ¿Y si te aman? ¿Y si te enamorás? ¿Y si alguien se enamora de vos? ¿Y si le caés mal al profe? ¿Y si te cae mal el profe?
Terminamos viviendo en una mini sociedad que se adapta perfectamente a las condiciones de la vida real: vivimos solos, trabajamos en lo nuestro; al final nadie ayuda, cada quien sufre o disfruta lo suyo y cada quien vela por su bienestar, sin embargo, no cae mal tratar de aparentar que te interesa el bienestar ajeno o, en determinado caso, hasta el bienestar colectivo.
¿Es un peldañó importante? ¡Pues claro! Se logra formar el caracter, la personalidad, la chispa que nos caracteriza... Nos ubica. Definitivamente lo hace. Crece el ego, crecen los complejos también. Los compañeros me intimidan. Intimido a mis compañeros.
¿Distinto a la U? ¡Al 100%! Porque en la U ya estamos formados, ya llegamos forjados y solo esperamos el uso que nos puede dar la sociedad.
Volver a un cole me hace pensar que en realidad, los tiempos de cole son, como fueron en determinado momento, los tiempos del cólera. Sobrevivís por tus propios medios, te esforzás por seguir adelante, todo cambia en tu mundo, te afecta el ambiente en el que te desenvolvés... Pero al final, es una historia que podrás contar toda tu vida. Y de la cual, no muchos salen vivos...
Un colegio no es solamente la casa de enseñanza, es un lugar al mejor estilo de encierro de reality show (más ahora que, por seguridad, algunos colegios tienen su propio sistema de vigilancia por cámara), donde tenemos dos opciones: aprendemos o aprendemos.
Y no hablo de aprender mate, sociales, cívica o algún idioma extranjero, hablo de crecer y aprender en un estilo de psico-sistema donde el ambiente te envuelve y te obliga, como en la sabana africana, a sobrevivir solo y a como dé lugar, con tus propios medios.
Criterios distintos, personalidades distintas... ¿Cuántas veces no cambiamos alguna conducta por "caer bien" a un compañero, por "llegarle a una guila", por adaptarnos al grupo... Uff, sos el nuevo del cole y no sabés con qué te vas a topar. ¿Y si te odian? ¿Y si te aman? ¿Y si te enamorás? ¿Y si alguien se enamora de vos? ¿Y si le caés mal al profe? ¿Y si te cae mal el profe?
Terminamos viviendo en una mini sociedad que se adapta perfectamente a las condiciones de la vida real: vivimos solos, trabajamos en lo nuestro; al final nadie ayuda, cada quien sufre o disfruta lo suyo y cada quien vela por su bienestar, sin embargo, no cae mal tratar de aparentar que te interesa el bienestar ajeno o, en determinado caso, hasta el bienestar colectivo.
¿Es un peldañó importante? ¡Pues claro! Se logra formar el caracter, la personalidad, la chispa que nos caracteriza... Nos ubica. Definitivamente lo hace. Crece el ego, crecen los complejos también. Los compañeros me intimidan. Intimido a mis compañeros.
¿Distinto a la U? ¡Al 100%! Porque en la U ya estamos formados, ya llegamos forjados y solo esperamos el uso que nos puede dar la sociedad.
Volver a un cole me hace pensar que en realidad, los tiempos de cole son, como fueron en determinado momento, los tiempos del cólera. Sobrevivís por tus propios medios, te esforzás por seguir adelante, todo cambia en tu mundo, te afecta el ambiente en el que te desenvolvés... Pero al final, es una historia que podrás contar toda tu vida. Y de la cual, no muchos salen vivos...
Y las palabras, son sólo palabras...
Por primera vez lo digo (y no será la última vez): no te conozco... pero, ¿quién te crees que sos para tratar de hablarme de cosas que, aunque no conozco, no voy a entender? No las he entendido antes, ni ahora, mucho menos las voy a entender después, son cosas que creo, nunca llegaré a saber.
Las palabras se las lleva el viento... ¡Callate ya! ¡Cerrá tu boca, mirá mis ojos, cumplí tus promesas y muéstrame eso de lo que me hablás!
Porque al fin y al cabo, las palabras son sólo palabras...
Las palabras se las lleva el viento... ¡Callate ya! ¡Cerrá tu boca, mirá mis ojos, cumplí tus promesas y muéstrame eso de lo que me hablás!
Porque al fin y al cabo, las palabras son sólo palabras...
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