Por primera vez lo digo (y no será la última vez): no te conozco... pero, ¿quién te crees que sos para tratar de hablarme de cosas que, aunque no conozco, no voy a entender? No las he entendido antes, ni ahora, mucho menos las voy a entender después, son cosas que creo, nunca llegaré a saber.
Las palabras se las lleva el viento... ¡Callate ya! ¡Cerrá tu boca, mirá mis ojos, cumplí tus promesas y muéstrame eso de lo que me hablás!
Porque al fin y al cabo, las palabras son sólo palabras...
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